martes, 10 de junio de 2014

El VII Fábrica Rock, tralla musical a orillas del Mediterráneo.

Durante todo el sábado pasado se celebró el VII Fábrica Rock, con un cartel de lo más ecléctico, que tuvo espacio para el metal, el rock urbano, el hardcore, el rock sinfónico, el pop soul, el funk y la pachanga fusión. Además contaron nuevamente con djs pinchando trallazos que nos hicieron bailar. Una oferta más que amplia para una propuesta de conciertos más que necesaria. Hubo sus puntos negros: problemas en sonido que provocaron retrasos en los horarios de comienzo de las actuaciones y trastocó el orden previsto y una asistencia de público que no se puede decir que fuera muy boyante, pese al trabajo de promoción que Ismael Cecilia y su equipo ha realizado. Seguro que la organización hace balance y estudia qué posibles acciones se podrán llevar a cabo para tener un festival de rock que atraiga a más personal. Al margen de estos aspectos esta edición nos ha deparado muy buenos momentos de música en directo.



Abrieron Sacristía, la banda que ganó el concurso de facebook que se organizó en las semanas previas, que bajo el sol de una primavera que ya va diciendo adiós soltó un ramillete de obuses metal. Les siguió la Maikel Band que repitieron en el festival tras su concierto de estreno de la edición anterior. Son siete componentes encima del escenario y se les nota el año de directos y ensayos. Tocaron canciones ya conocidas como otras nuevas dentro de su repertorio.


Entre cambio de banda, como ya os he comentado, los djs daban continuidad para que la música no parara de sonar. Nación Zero, de nuevo recuperando el formato trío, sonaron como nunca, son sus canciones de denuncia social, asumiendo el guitarrista y cantante Javier Brites su papel de líder con toda naturalidad. El trío, pese a sus recientemente estrenadas paternidades en todos sus miembros, no han perdido garra más bien al contrario, se muestran profesionales (cuentan hasta con un pipa). Para el recuerdo la versión que interpretaron del tema de los Chemical Brothers, "Hey girl, hey boy".


Como maestro de ceremonias continúa un Olivier que disfruta con esa función, pese a su ronquera más que manifiesta a lo largo de todo el festival, que como siempre suplió con buena dosis de humor descacharrante.


En lo musical tras el hardcore de Nación Zero, dio un nuevo giro con el cuarteto Hermanos Petrelli, con sus pañuelos al viento y el rimel que reivindica el rock setentero, entre lo sinfónico y lo teatral, haciendo versiones de Camarón, Santana, entre otros, montando lo que se dice un buen show.


Sin aparecer en el cartel hubo una actuación sorpresiva, un combo formado por músicos de La Vihen Zanta, Spencer, Nación Zero con la presencia como cantante del propio Olivier. Se hacen llamar Machota en vena. Tocaron versiones: No hay tregua y La hoguera.


A continuación era el turno de Spencer, Elephant Riders y la Vihen Zanta, pero por desgracia sus actuaciones coincidían en el tiempo con el estreno teatral del Taller de Teatro Balcón de Europa en el centro cultura y aún lamentablemente no tengo el superpoder de la ubicuidad, así que no los pude disfrutar, esta es la razón por la que no publico ninguna fotografía de sus conciertos. Indicar que bastantes aprovecharon el días de conciertos para estar tumbados al sol en la playa.


A la vuelta, cerca de las 23h. comenzaron su directo uno de los cabezas de cartel del festival, los Jammin Dose, que nos dieron unos buenos chutes de funk y soul bailable, con una sección de metales que insuflaban una energía que contagió al público, que a esa hora parecía más numeroso. Baile nocturno sobre el polvoriento suelo del llano del Playazo.


Para cerrar la séptima edición, tras el sorteo de un cajón flamenco exclusivo, desde Granada llegaron Sonido Vegetal, con su gazpacho de sonidos arrabaleros y festivos, montaron una buena pachanga de pogo y ska, más baile, más diversión y un estupendo sonido que se puedo disfrutar con los cabezas de cartel, que muchos se perdieron por desconocimiento, por falta de interés, de curiosidad, de apoyo a las propuestas que desde la iniciativa privada pueden surgir. Los proyectos no se sacan adelante pinchando un "me gusta" en las redes sociales ni hacer comentarios favorables. Pero esos son otros debates en los que ya no voy a entrar en este blog, que ya mañana 11 de junio cierra su periplo vital.


Este Fábrica Rock de 2014 tras su cambio de ubicación en la anterior edición, que abría nuevas posibilidades, puedo considerarlo exitoso, porque ya en sí su propia existencia se puede calificar como un triunfo, una alternativa de ocio musical que a largo del año no encuentra escenario. Ojalá el público se vuelque de forma definitiva y que los organizadores encuentren la tecla para encontrar esa simbiosis entre espectadores y grupos que haga crecer dicho festival. Ahí estaré para disfrutarlo desde otra posición como mero espectador.



4 comentarios:

Anónimo dijo...

Tienes razón, no tenemos derecho a quejarnos.

Anónimo dijo...

Vaya, no tiene mucho éxito este tipo de concierto.
Si hubiera más gente, sería un éxito, pero si no va la gente, no podemos considerarlo como exitoso por el simple hecho de que siga existiendo.
Si no tiene éxito, no tiene éxito, no hay que darle más vueltas.
Y que conste, que aunque no pude ir, estoy a favor de estos conciertos, pero más bien parece una reunión de amigachos, que un simple concierto, una lástima, porque podría tener más popularidad

Kershawi dijo...

Es una pena que no fuese más gente, pero la que fue, lo disfrutó mucho. Quizá debieron hacerse más carteles y siempre se pueden mejorar algunos detalles... Pese a todo, se nota que el festival sigue creciendo poco a poco... Una corrección, Sonido Vegetal hace gypsy-punk, ska, etc... nada de pachanga.

Anónimo dijo...

Uno de los problemas estriba en su cartel. El gran numero de bandas q repiten año si y año tambien. Vas un año y los has visto todos. Este año han intentado llamar la atencion con 2 o 3 bandas nuevas pero eso no es suficiente.